En el libro "100 ideas que cambiaron el mundo", sólo aparecen dos conceptos en el campo de la Psicología: Inconsciente (Sigmund Freud) y Apego (John Bowlby). Freud y el concepto de inconsciente es un concepto conocido por casi todas las personas alfabetizadas, con una historia de más de 100 años, pero el concepto de apego, que se introdujo hace 60 años, se ha popularizado en los últimos años. Si bien el inconsciente es un concepto difícil de comprender, el apego es en realidad un concepto que casi todo el mundo puede comprender fácilmente y que utilizamos en la vida diaria. Sin embargo, su importancia en el desarrollo espiritual humano recién está siendo comprendida e investigada.
El apego es el proceso de establecimiento de vínculos emocionales: forma la base de todo tipo de relaciones humanas e incluso de los vínculos entre nosotros y la vida/ seres inanimados.
Un apego seguro. Si lo hay, significa que hay una personalidad autónoma/independiente, relaciones basadas en la confianza y una estructura espiritual saludable.
Compasión, contacto físico , el amor y el apoyo en la primera infancia son indispensables para la formación de una personalidad autónoma e independiente. El bebé/niño tiene que vivir una vida simbiótica (al menos una de las dos criaturas vive una vida común dependiente de la otra) con la madre, tanto físicamente en el útero como hasta cierta edad. El proceso de vinculación emocional se produce automáticamente cuando se satisfacen estas necesidades físicas (refugio, nutrición, ropa, limpieza, etc.). Mientras amamanta, limpia el pañal del bebé y lo viste, la madre establece contacto visual, lo sostiene en brazos con cariño y amor, le habla y le acaricia la cabeza. Del mismo modo, el bebé establece contacto visual con la madre y demuestra que sus necesidades están cubiertas y que está “feliz” sonriendo, gesticulando, tranquilizándose, etc.
Un bebé que establece un vínculo seguro El vínculo con la madre suele tener esta experiencia con otros miembros de la familia y dos. Utiliza este patrón de relación cuando comienza a socializar con otros niños y adultos cuando crece. Experimentan confianza en sí mismos, prueban cosas nuevas y aprenden con las responsabilidades que les dan sus padres de forma paulatina y acorde a su edad (comer solos, caminar, correr, saltar, vestirse, empacar sus pertenencias, ayudar con las tareas del hogar, etc.). .). Se vuelve abierto, confiado y contento. Debido a que está conectado con tus emociones, sabes lo que te gusta y lo que no te gusta, cuándo retroceder, cuándo parar. En este proceso, aprende de sus propias experiencias, observando a sus padres y su entorno.
Con la madre estableciendo una relación tranquila, afectuosa y segura, el niño aprende un estilo de relación constructivo y establece dichas relaciones. cuando sea adulto. En una relación constructiva hay igualdad, la empatía y el amor fluyen, el dar y el recibir están equilibrados, se acepta la separación física y emocional cuando es necesario.
Como resultado de un apego seguro, se establece una estructura espiritual saludable. en el niño. Un niño así tiene una gran fuerza vital y energía, su voluntad de vivir prevalece ante las dificultades, le gusta moverse, las actividades físicas, los juegos y le encanta aprender y resolver problemas.
Indicadores de una vida segura El apego a una estructura sana en la personalidad de un adulto es la capacidad de ser realista, de regular las propias emociones, de estar en paz consigo mismo, de ser responsable de uno mismo, de establecer vínculos seguros con los demás y de poner fin a estas relaciones cuando sea necesario, de ser optimista. , y ser lo suficientemente fuerte para afrontar experiencias traumáticas.
Todo ello muestra la importancia de que las madres establezcan relaciones basadas en el amor, el afecto y la confianza con sus hijos en los primeros años de vida. Si las madres y los niños experimentan esto, afectará positivamente no sólo las relaciones domésticas, sino también las relaciones humanas en el ámbito social.
Leer: 0