Nuestras emociones nos hacen quienes somos. Vemos con ellos y encontramos nuestro camino con ellos. Cada emoción tiene un lugar donde nos lleva, nos protege, nos madura y nos sana. Cualquiera que sea la emoción que estemos experimentando, primero debemos aceptarla tal como es, valorarla y luego darle lo que le corresponde. Debemos conocerlo, saber por qué vino y saber hacia dónde va.
"Estoy un poco asustado estos días." Así que reconozcamos el miedo. ¿Qué pasa cuando tenemos miedo, qué queremos que pase? ¿Qué queremos encontrar, qué queremos que suceda en la vida? ¿Por qué surgió este sentimiento ahora? Tal vez queramos que termine, pero ¿podemos entenderlo?
El miedo es nuestra emoción responsable de nuestra seguridad. Nuestro jefe de policía. Imagínese lo que pasaría si no tuviéramos miedo... Podríamos correr muchos peligros, hacer cosas inseguras y meternos en problemas. Es bueno tener un poco de miedo, mantiene a las personas seguras...
Cuando percibimos un peligro, tenemos miedo y este sentimiento nos acompaña hasta el momento en que nos sentimos seguros. Situaciones, cosas y personas que no conocemos también pueden crear en nosotros una percepción de peligro. Está oscuro porque no podemos ver. A medida que nuestro conocimiento y experiencia aumentan, nuestros miedos disminuyen. Por eso podemos nombrar a nuevos conocidos, describir situaciones nuevas, compararlas con algo y sentirnos aliviados si nos parecen familiares... Si podemos mantener las situaciones nuevas bajo control y sentir que tenemos el poder, nos sentimos a gusto. Por ejemplo, si se trata de un acontecimiento natural que no podemos controlar, si nos recuerda una muerte que no podemos controlar y que no sabemos cuándo llegará, la ansiedad aumenta. La ansiedad es contagiosa.
Si el padre está ansioso, esto se lo transmite al niño. Porque si la voz/estilo/forma que describe lo que está sucediendo es ansiosa, esto alimenta la ansiedad en la persona que escucha. La ansiedad es ligeramente diferente del miedo. Mientras que el miedo tiene una amenaza clara, concreta y objetiva, la ansiedad es completamente personal. Si bien el miedo que hacen sentir a nuestro cuerpo es similar, la forma en que vivimos en nuestra mente es extremadamente diferente.
Los niños no pueden regular sus emociones. Cuando están preocupados, lo demuestran de maneras (que no nos gustan), como gritar, llorar y ponerse de mal humor. Los padres a veces muestran reacciones de ignorancia como "cállate", "no llores", "no te pongas de mal humor", "cálmate". Entonces, ¿qué pasará con este sentimiento que experimenta el niño? ¿Qué hará con este sentimiento? Sinceramente come uno El adulto puede regular sus propias emociones. Es decir, puede experimentar sus emociones de forma sana y expresarlas sin dañar a nadie. A veces vemos que los adultos tampoco pueden controlar sus emociones. Si esto sucede con frecuencia, puede causar problemas graves. ¿Qué sucede cuando un niño pequeño carga con la preocupación de sus padres mientras él o ella está preocupado? Los niños que tienen un padre que sufre trastornos de ansiedad en la primera infancia, que no pueden regular sus emociones o que frecuentemente se comportan de manera inconsistente, pagan un alto precio por ello. Las conductas de rechazo y humillación y un ambiente incierto en el hogar provocan que el niño se sienta confundido y desarrolle ansiedad. Este sentimiento proviene del suelo de tu vida y se transmite de generación en generación. La vida está llena de preocupaciones, no de milagros, y las preocupaciones traen desesperación. No confía en el mundo exterior, espera el mal y desarrolla sentimientos hostiles. Para afrontar esto, puede desarrollar una respuesta de evitación; Evita situaciones que le causen ansiedad. Otro método de afrontamiento es ignorar. Ignora selectivamente situaciones preocupantes como si todo estuviera bien. Alguien que parece muy tranquilo por fuera puede en realidad estar experimentando una gran ansiedad por dentro.
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