A veces hemos sido testigos de niños llorando sin motivo(!), es decir, sin motivo que sepamos o veamos. Pueden mostrar un comportamiento de llanto como locos. En realidad lloran por llorar, con lo que llamamos "pequeñas excusas" como por qué el color de tus calcetines no es amarillo o rosa, por qué el cabello de tu bebé no es corto ni largo, por qué tienes cejas sobre los ojos y no tu cabello. Además de llorar, también experimentan arrebatos de ira que pueden incluso llevar estas conductas a un nivel superior, como por ejemplo “Me pides que no me tire al suelo, que no golpee ni muerda a la persona más cercana a mí” mientras llora. Imagina que mientras vas al mercado a hacer compras para tu casa, tu hijo quiere comprar chocolate, y cuando le dices “no, no podemos comprarlo ahora”, comienza a llorar a ratos e incluso exhibe conductas como tirarse encima. al suelo, gritando y luego exhibiendo un comportamiento agresivo. (Quizás incluso hayas vivido esta situación). ¿Estos arrebatos de ira y ataques de llanto son realmente causados sólo por decir No? En su opinión, estos comportamientos de su hijo pueden interpretarse como "hacer que compre chocolate". Sin embargo, no se puede decir que esto signifique lo mismo para el niño.
Así como casi ningún niño llega a este punto con una sola buena acción, también podemos decir que somos conscientes del lado invisible. del iceberg. Lo que no vemos es que el niño ha acumulado emociones tan intensas y necesita ira para liberarlas. La postura de los padres hacia la comprensión del niño no impide que éste llore o tenga un estallido de ira. Al contrario, hará que las emociones y el enfado del niño aumenten aún más ante esta situación. En algunos momentos, se utiliza el método de "ignorar" para abordar el comportamiento del niño durante una rabieta. Sin embargo, contrariamente a la creencia popular, estos comportamientos mostrados por el niño también pueden ser un deseo de enviar el mensaje "mírame". A medida que ignoramos este comportamiento, la tendencia del niño a hacer rabietas aumenta. ¿Entonces qué debo hacer? Antes de responder a la pregunta, sería mejor saber qué es la ira.
Lo que llamamos ira es difícil de afrontar, nuestras emociones acumuladas no pueden soportarlo más. Podemos expresarlo como desbordante. Es útil saber que el enojo no es un comportamiento, sino parte de la vida, y que estar enojado y mostrarlo de vez en cuando es un proceso sumamente saludable y natural. Sin embargo, si tienes un niño que se enoja con frecuencia y tiene crisis regularmente, experimenta ira intensa y muestra agresión, es posible hablar de un problema ahí. Alrededor de los 18 meses de edad, la mayoría de los niños tienen rabietas cuando se enojan. Estas convulsiones alcanzan su punto máximo al final del segundo año y disminuyen después del tercer año. Esto se debe a que alrededor de los tres años los niños se dan cuenta de que el lenguaje es una herramienta más eficaz para lograr sus deseos. Al igual que los adultos, algunos niños se enojan más fácilmente que otros. Al igual que una olla a presión que lleva altos niveles de presión de vapor, una pequeña provocación será suficiente para que los niños exploten.
¿Cuándo y cómo debería importarme?
Si el enojo de tu hijo se convierte en agresión física hacia los demás, discute con sus compañeros casi todos los días, se enoja más intensamente que otros niños de su misma edad, llora y golpea frecuentemente a otros, no responde hasta intentos de calmarlo, o gritos y empujones. Si encuentras algo por lo que enojarte en cada aspecto de tu vida y al leer estos artículos dices que sí, te encuentras con estas situaciones, es hora de tener cuidado.
Pase lo que pase, hay una cosa que debes saber y es mantener la calma. Es cierto que es difícil mantener la calma cuando su hijo hace un berrinche, se tira al suelo y muestra un comportamiento agresivo. Si tu hijo te está volviendo loco, pide un descanso para calmarte. Abrazar a tu hijo durante su rabieta, pararte a su lado y darle el mensaje "te entiendo" están entre las opciones prioritarias. Sin embargo, si no te ves capaz de hacer esto en ese momento, será mejor que te alejes un rato en lugar de gritar y enojarte.
Intenta entender por qué. Seamos realistas, los niños no pueden equilibrar y gestionar sus emociones como lo hacemos los adultos. Las emociones reprimidas no desaparecen y te enfrentas a la ira en un momento o situación inesperada. Viene a ti. Por este motivo, es necesario intentar conocer el por qué de la situación que genera enfado. Para ello deberás dejar lo que estás haciendo por un tiempo y dar el mensaje “Me preocupo por ti, quiero cuidar de ti”. Intentar dirigir será efectivo. Acompañar a tu hijo a lavarse las manos y la cara y hacerle sentir que estás presente emocionalmente en ese momento fortalece el vínculo emocional entre tú y el niño. Para ello será eficaz orientar al niño sobre cómo puede deshacerse de su enfado.
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