Desarrollo; Es un proceso dinámico que avanza continuamente, desde los primeros minutos en el útero hasta llegar a la etapa final con determinadas condiciones físicas, mentales, lingüísticas, emocionales y sociales. El desarrollo saludable de los niños es posible proporcionando factores ambientales apropiados, así como factores hereditarios. El crecimiento, la maduración y el aprendizaje son diferentes etapas del desarrollo. Si bien el crecimiento se refiere a la expansión volumétrica, como el aumento de peso y de altura, incluye cambios permanentes en el comportamiento como resultado del aprendizaje, la repetición y la experiencia. La maduración se produce de forma espontánea si no hay trastornos genéticos y una falta significativa de estimulación ambiental. Por ejemplo, cuando los músculos, los huesos y las habilidades de coordinación alcanzan la madurez suficiente, el niño comienza a caminar, a sostener un lápiz y a andar en bicicleta. El crecimiento normalmente se produce de forma saludable proporcionando una ingesta adecuada y suficiente de alimentos.
Hoy en día, los retrasos en el desarrollo que no tienen una base genética son cada vez más comunes. El sistema nervioso es el último sistema en completar su desarrollo en el cuerpo humano y, por tanto, está abierto a los efectos positivos/negativos de factores externos. Con la desaparición de la vida rural y la cultura de barrio en las ciudades, los niños quedaron confinados en urbanizaciones y apartamentos. Los retrasos en el desarrollo (especialmente los trastornos del espectro autista y el déficit de atención) han aumentado gradualmente como resultado de que los niños se ven privados de los estímulos necesarios para un desarrollo saludable y están expuestos a los estímulos nocivos de la vida urbana. Entre los factores externos negativos, el primero que debemos mencionar es, sin duda, la exposición a la pantalla. La edad a la que los teléfonos inteligentes, las tabletas, las computadoras y los televisores entran en la vida de un niño ha caído por debajo de los 12 meses. Si resumimos los efectos negativos observados en los niños que se exponen a estos falsos estímulos, especialmente antes de los tres años; físico: dolor de cabeza, ardor en los ojos, debilidad, mareos, trastornos del sueño y de la nutrición, socioemocional: problemas de comunicación, indiferencia hacia el entorno, falta de confianza en uno mismo, trastornos del comportamiento, inestabilidad emocional, cognitivo: habla, gestos significativos y expresiones faciales, ortografía, vocalización y formación de frases, percepción, memoria, creatividad, problemas de memoria y fracaso académico.
Lo que veo por experiencia propia es en general poder alimentarlo, evitar que llore y llevarlo a casa. Dejamos a nuestros hijos solos con las pantallas por motivos como volver cansados a casa. Sin embargo, es posible que estemos lidiando con los trastornos que causamos, desde trastornos del habla hasta trastornos del espectro autista, a lo largo de nuestra vida. Podemos lograr una recuperación total con las intervenciones que realizamos, especialmente en los primeros tres años de edad, pero algunos problemas pueden volverse permanentes a edades más avanzadas. Los trastornos autistas, que hoy en día son cada vez más frecuentes, también pueden desarrollarse debido a factores hereditarios, pero no encontramos trastornos autistas sin una base genética en los niños que crecen en las aldeas. Quizás no podamos escapar de la vida urbana, pero depende de nosotros mantener a los niños alejados de las pantallas, especialmente durante los primeros tres años.
Para el desarrollo del cerebro se requieren estímulos adecuados de diferentes cualidades. El mejor estímulo son las relaciones humanas, la naturaleza, el juego y la educación adecuada. En resumen, ningún programa visual, incluidos los educativos, supone ningún beneficio para nuestros niños, especialmente en los primeros 3 años.
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