La maternidad y la paternidad son los trabajos más importantes y difíciles del mundo. Criar a un niño es un proceso irreversible. Por tanto, es una enorme responsabilidad. Convertirse en padre trae consigo las formas de emociones más intensas a lo largo de la vida. La mayor felicidad, la mayor tristeza, etc. Todo padre quiere ofrecer buenas oportunidades y un hermoso futuro a sus hijos, se esfuerza, trabaja para ello y quiere criar hijos buenos y exitosos. Desafortunadamente, a menudo no se comprende la importancia de que el niño se convierta en un individuo psicológica y personalmente sano en el futuro. De hecho, el objetivo principal debería ser formar personas con rasgos psicológicos y de personalidad saludables. En este sentido, la comunicación y las relaciones familiares correctas son fundamentales. Las características de personalidad de las madres y los padres, sus estados psicológicos, los acontecimientos de su pasado y las experiencias de su infancia son los factores determinantes en la crianza de los hijos.
Cada niño tiene características individuales desde su nacimiento. Son personas diferentes a sus padres. Los pensamientos, sentimientos, rasgos de personalidad y habilidades del niño deben tenerse en cuenta en la comunicación y las actitudes. Entonces el primer paso es conocer a su hijo. Debería poder responder fácilmente preguntas como cuáles son los rasgos de carácter de su hijo, qué le gusta, qué lo hace feliz, qué lo entristece o enoja, qué puede hacer bien, qué no puede hacer, cuáles son sus habilidades.
El comportamiento del niño puede variar según el tipo de actitud parental que usted muestre. Examinemos qué son las actitudes de los padres. ¿Cuál de estas actitudes tienes y qué efecto tiene esta actitud en tu hijo?
Padres opresivos, dominantes y autoritarios: Son estrictos, opresivos, disciplinados y reguladores . Quieren dominar a sus hijos y mantenerlos bajo control, quieren hijos que no obedezcan a sus padres. No muestran su amor a los niños, constantemente ponen reglas. Los hijos de tales padres se vuelven rebeldes, enojados, agresivos, se niegan a obedecer las reglas o son tímidos, tímidos, inseguros y susceptibles a la influencia de los demás. Las actitudes muy duras hacia el niño afectan negativamente al niño.
Indiferente, descuidando al niño. Padres que: No muestran amor y atención a sus hijos, son impacientes, no ponen reglas, se interesan por sus propios asuntos, dicen que trabajan demasiado y están cansados. Quieren que el niño no los moleste ni les cause problemas, por lo que no le dedican tiempo. Por lo general, otra persona se ocupa del niño o el niño crece solo. Suele verse cuando el número de hijos es elevado, el niño no está preparado para la paternidad o hay problemas entre los padres. Los niños criados por estos padres crecen como personas fracasadas, seguras de sí mismas o enojadas y rebeldes, pueden recurrir al crimen y buscan el amor en los demás. Ser indiferente hacia el niño también afecta negativamente al niño.
Padres suaves y sobreprotectores: Son padres tranquilos pero inadecuados en cuanto a reglas. Son extremadamente protectores con el niño. Les preocupa constantemente que puedan resultar heridos. Hay atención excesiva, hacer lo que uno quiere y tomarlo todo. Al niño siempre se le trata como a un bebé, no se le da ninguna responsabilidad, la familia hace todo por él. Suele verse en familias con un solo hijo o cuando se tiene un hijo después de mucho tiempo. Todas las cuerdas caen en manos del niño. Los niños que crecen con estos padres tienen dificultades para cumplir las reglas sociales, se vuelven demasiado dependientes de la familia, carecen de confianza en sí mismos, son emocionalmente débiles, ansiosos y tienen problemas en sus relaciones. Existe un alto riesgo de morderse las uñas, tartamudear y enuresis. Los padres con esta actitud dañan a sus hijos en lugar de beneficiarlos.
Padres que enseñan las reglas, son tolerantes, democráticos, dignos de confianza: Que muestran amor y cuidado a sus hijos Son padres que se toman el tiempo para explicar lo que se debe hacer y lo que no se debe hacer. Hay reglas y restricciones básicas. Los niños son libres pero también conscientes de sus responsabilidades. Los niños se convierten en personas seguras de sí mismas, exitosas y felices con fuertes relaciones sociales.Ésta es la actitud ideal.
Padres perfeccionistas: Son padres egocéntricos que quieren la perfección, son ordenados, meticulosos, estrictos y esperan de sus hijos lo que ellos mismos no pueden hacer ni experimentar. Estos padres son difíciles de complacer. Morderse las uñas, tartamudear y enuresis en los niños Se observan tizas, ansiedad intensa, mentiras, sentimiento de insuficiencia y un intento constante de hacer felices a los demás.
Padres que rechazan: El niño nació como resultado de un embarazo no deseado, no tiene las características deseadas, tiene una discapacidad, ha interrumpido la educación o la carrera de los padres, o parece una persona no amada. Como resultado de tales situaciones, los padres hacen que el niño sienta que no es querido, interrumpen sus necesidades, se comportan de manera hostil, constantemente culpan al niño, lo critican y buscar las deficiencias del niño por razones tales como condiciones materiales y morales inadecuadas, que uno de los cónyuges quiera tanto al niño que descuide al otro, divorcio, que el cónyuge en el segundo matrimonio no quiera al niño. Los niños rechazados tienden a oprimir a quienes son más débiles que ellos, a odiar a quienes los rodean, a tener actitudes hostiles, a no confiar en nadie y a entablar amistad con las personas equivocadas. Pueden ocurrir mudanzas fuera de casa, suicidio, actividades ilegales.
Los padres pueden tener la misma actitud juntos. Sin embargo, si tienen actitudes diferentes, no se puede predecir cuánto afectará al niño cada actitud. Lo que sí es seguro es que por muchas actitudes a las que esté expuesto el niño, todas tendrán un impacto. Es posible que los padres no tengan la misma actitud hacia todos los niños. A través de la investigación se ha llegado a la siguiente conclusión: los padres pueden ser más normativos y autoritarios con sus primeros hijos, y pueden imponer más responsabilidades. Los padres son cada vez más novatos. Los hijos del medio pueden ser tratados con un poco más de gentileza y flexibilidad, y son más protectores con sus hijos más pequeños y se acercan a ellos con más afecto.
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