Intervención en la crisis infantil

Las situaciones de crisis en niños pueden ocurrir por muchos motivos. La crisis es la reacción de impotencia del niño ante situaciones que no puede afrontar. Esto se puede ver cuando el niño no saca las notas que desea en el colegio, tiene problemas con su grupo de amigos, o tiene algún problema en las relaciones familiares que no puede solucionar, o cuando sus deseos no se cumplen.


Niños que tienen problemas con el colegio y las relaciones de amistad, generalmente no manifiestan esta situación fuera pero sí cuando llegan a casa. En este caso se mezclan emociones como la tristeza, la queja y el enfado. Las reacciones de los padres cuando el niño intenta explicar sus problemas son el factor más importante que determina si el incidente escalará y se convertirá en una crisis.

Por ejemplo; Si el niño regresa de la escuela y comienza a contar sobre el comportamiento negativo de sus amigos hacia él, y la madre (generalmente estos problemas se comparten con la madre) comienza a criticarlo contando Debido a sus errores en las relaciones con sus amigos, la tristeza del niño puede transformarse en ira y de repente volverse hacia la madre y hacerla sentir enfadada, pudiendo acusarle de no comprender. Los padres suelen caer en esta situación cuando tienden a corregir a sus hijos. Cuando sus hijos empiezan a expresar su malestar por un tema, empiezan a criticarlos y a enumerar en qué hicieron mal o pensaron mal. Estos acontecimientos muchas veces resultan en que el niño se sienta cada vez más acorralado, y ataque a quien esté frente a él.

Cuando vea a su hijo angustiado, ansioso o enojado, lo que debe hacer es permanecer lo más tranquilo posible. como sea posible. Los momentos en los que las emociones son muy intensas no son momentos apropiados para educar, criticar o enseñar al niño. En estas situaciones lo mejor es mantener la calma y enseñar al niño a afrontar sus emociones. Si tu hijo te habla en un tono enojado o irrespetuoso, en lugar de intentar explicarle o entrar en una discusión, debes decirle con voz tranquila que no es apropiado hablar en esta situación y que será apropiado. hablar después de que se calme y abandone el entorno. De este modo, su hijo adquiere la capacidad de calmarse a sí mismo. Mientras haces esto, mantén la calma. Se ve afectado por lo que haces. Algunos niños se sienten más justificados y quedan atrapados en sus emociones cuando encuentran a alguien que intenta consolarlos o derribarlos. Sin embargo, incluso si tuvieran razón, su reacción no es la apropiada. En primer lugar, deben aprender a explicar adecuadamente su rectitud. Por lo tanto, lo que las madres deben hacer es mantener la mayor calma posible, usar la menor cantidad de palabras posibles, si el conflicto no es entre usted y él, hacerle sentir que está con él tocándolo ligeramente, pero pasar esos momentos en una forma que ayuda a controlar las emociones intensas sin entablar conversaciones controvertidas. Si el conflicto o la crisis es sobre ti, entonces debes alejarte del entorno sin continuar el conflicto y decirle a tu hijo en un tono tranquilo que puedes hablar de este tema cuando esté tranquilo. En estas situaciones, tomarse las cosas con calma o adoptar una actitud de disculpa suele resultar contraproducente.

Otro error que cometen los padres en las crisis de sus hijos es identificarse demasiado con sus sentimientos. Cuando el niño cuenta una injusticia que le han cometido sus amigos o profesores, las madres a menudo se identifican demasiado con sus sentimientos y olvidan la función de tranquilizar y calmar al niño. Se enojan con él y actúan en apoyo de su rebelión. Este enfoque hace que el niño vea sus propios sentimientos y reacciones como justificados y aumenta la emocionalidad. Cuando ocurre un problema, si el comportamiento del niño no contribuye a la solución del problema, por el contrario, dificulta la solución, no es una reacción adecuada, aunque esté justificada, y no debe ser apoyada. Lo que las madres deben hacer en esta situación es esperar a que las intensas emociones del niño se calmen y luego ayudarlo a producir soluciones más positivas.

Los momentos de crisis son momentos en los que se experimentan emociones intensas. En la infancia y la adolescencia el control emocional aún no está desarrollado y pueden ocurrir situaciones de este tipo. El deber de los padres en estas situaciones es, en primer lugar, conseguir que el niño adquiera la capacidad de calmarse y controlar sus emociones en situaciones en las que experimenta tanta intensidad emocional. Una vez que la intensidad emocional se calma, se puede iniciar el proceso de encontrar una solución hablando.

 

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