Según la definición de la OMS, salud; Más que no tener una discapacidad o enfermedad, la persona se encuentra en un buen estado fisiológico, psicológico y social. Una de nuestras necesidades básicas para llevar una vida sana es comer de forma regular y adecuada. Además de afectar significativamente a nuestro desarrollo, una ingesta adecuada de alimentos diarios nos permite ser más activos y productivos durante el día. La ingesta de alimentos poco saludables, excesivos o insuficientes hace que las personas tengan una dieta desequilibrada y deterioren su salud.
La conducta alimentaria emocional se puede definir como comer en respuesta a las emociones negativas que experimentan las personas. Generalmente ira, tristeza, ansiedad, miedo, soledad, etc. Ocurre como resultado de sentir emociones. Cuando las personas no pueden hacer frente a las emociones negativas experimentadas, recurren a la conducta alimentaria y así tratan de olvidar las negatividades.
El estado de hambre de las personas con hambre normal y conducta alimentaria emocional es diferente entre sí. Una persona que normalmente tiene hambre puede suprimirla con alimentos bajos en energía y calorías, como frutas. Las personas que experimentan hambre emocional prefieren alimentos preparados y alimentos de estilo comida rápida que son más altos en energía y calorías. Este hambre comienza inesperadamente y generalmente todos los alimentos disponibles se consumen durante el hambre.
El hambre emocional se mencionó por primera vez junto con la enfermedad de bulimia. Aunque inicialmente se consideró que apoyaba la ingesta excesiva de alimentos en personas que padecían bulimia, las investigaciones sobre el tema muestran que la alimentación emocional está relacionada con el trastorno por atracón. Los estados emocionales negativos aumentan los atracones. El estrés, que aumenta con las emociones negativas, dificulta que las personas se controlen y no pueden controlar su conducta alimentaria. Empezar a utilizar la alimentación como mecanismo de defensa llevará a las personas a comer incluso cuando no tengan hambre, provocando daños tanto psicológicos como fisiológicos en el futuro.
La conducta alimentaria emocional es un gen. Se observa especialmente en personas con obesidad, personas que están a dieta a pesar de tener un peso ideal y personas con trastornos alimentarios. La alimentación emocional se puede observar no sólo en personas con sobrepeso, sino también en personas con peso ideal. Especialmente los individuos en la adolescencia y la infancia y las personas con obesidad constituyen el grupo de riesgo de alimentación emocional.
La alimentación emocional puede ser un comportamiento aprendido o puede ser el resultado de problemas en nuestras relaciones diarias o de nuestras experiencias emocionales pasadas. p>
Hambre emocional: Las personas con este problema necesitan apoyo de profesionales que trabajan en el campo de la salud y psicólogos para poder cambiar estas conductas. Se debe proporcionar educación nutricional a las personas a intervalos regulares durante todo el período de tratamiento. Estas capacitaciones juegan un papel activo al convertir lo que se explicará en comportamiento.
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