Muchos padres a menudo afirman que aman a sus hijos, pero al hacerlo, a menudo ignoran que la necesidad de amor del niño no puede satisfacerse con palabras. Por supuesto, no está mal que expresen a sus seres queridos, pero esto no es suficiente para el niño si siempre se quedan en palabras y no en acciones.
Lo que los niños pueden y no pueden hacer varía según en cada período de edad. Los padres deben orientar a sus hijos en este sentido. En los últimos años, las madres y los padres han estado dando a sus hijos libertad ilimitada con el fin de mejorar la confianza de sus hijos en sí mismos. Más tarde, debido a que los niños son niños y no se les brinda la orientación adecuada, pueden tomar caminos diferentes, o los padres comienzan a cuestionarse más sobre qué hicieron mal, especialmente cuando sus hijos llegan a la adolescencia. Las madres y los padres que dejan demasiado sueltos los límites que necesitan sus hijos suelen ser los que no han aprendido a ser una autoridad. Algunos de los padres que no pueden poner los límites necesarios a sus hijos son aquellos que crecieron bajo una presión estricta. Tener límites estrictos y estrechos hace que el niño carezca de la orientación necesaria. Para mantener las reglas y limitaciones impuestas a los niños (siempre que, por supuesto, estas reglas y límites sean lógicos, apropiados y no rígidos), los padres también deben actuar con coherencia.
Los buenos padres son aquellos que respetan sus propios derechos y los de los demás y a su vez hacer lo mismo con sus hijos. Son los padres quienes pueden vacunar. Las madres y los padres deberían poder mostrar esta situación a sus hijos luchando contra las dificultades de la vida.
A menudo se malinterpreta el hecho de que el niño no sea castigado ni impedido en absoluto en relación con la educación infantil. La tolerancia excesiva y la falta de disciplina hacen que los niños se comporten de manera egoísta e inconsistente en la sociedad. Teniendo en cuenta que nadie conoce a sus hijos mejor que sus padres, por supuesto las reglas y límites que se establecerán variarán de un niño a otro. Debemos aceptar que los niños tienen su propio mundo y no debemos quitarles sus derechos diciendo que debemos ser padres disciplinados. Dar libertad ilimitada es una buena madre. No supone un esfuerzo, como nadie mejor que tú conoce a tu hijo, debes ser un buen guía a la hora de criarlo.
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