Con el primer caso de coronavirus anunciado en Turquía el 11 de marzo de 2020, se inició un nuevo proceso tanto en la vida individual como social. Con los días siguientes, hubo un aumento en las medidas tomadas. Se ha comenzado a publicar mucha información sobre cuestiones como las normas a tener en cuenta a la hora de acudir al mercado en la vida diaria, la distancia física, la higiene personal y la higiene de los materiales que se llevan a casa. Por otro lado, además de algunas rutinas respecto a la salud física y la higiene, otro tema que no se debe olvidar es nuestra salud mental. Esta situación se hizo más notoria, especialmente cuando comenzaron a darse tensiones en las relaciones familiares en el hogar.
A medida que los niños que iban a la escuela, salían a la calle, iban al parque y jugaban con sus amigos comenzaron a pasar todo su tiempo en casa, incluida la educación, la vida laboral de los adultos comenzó a cambiar, a medida que su productividad y actividades sociales comenzaron a desaparecer, todos nos encontramos en un proceso donde todos los miembros de la familia teníamos que pasar un tiempo intenso juntos en casa y estar capaces de gestionarlo... Los niños empezaron a utilizar las pantallas para la educación, que antes preferían utilizar como herramientas de entretenimiento. Si bien algunos adultos trabajaron desde casa, otros continuaron trabajando activamente. Ha habido muchos cambios en cuanto a la jornada laboral, el trabajo realizado y los ingresos. Hemos estado y seguimos estando en una época donde cada día aumentan las nuevas experiencias para todos. Durante este proceso complejo y desafiante para el ser humano, también se dieron situaciones beneficiosas para la naturaleza. Hubo una disminución de la contaminación del aire y la limpieza de las masas de agua a diferentes ritmos.
Las reacciones dadas ante el shock experimentado al inicio del proceso fueron variables. Si bien a veces las personas tenían dificultades para organizar sus días al experimentar la parte del miedo y la ansiedad con demasiada intensidad, a veces se experimentaba la misma dificultad en la parte de tomar la situación demasiado a la ligera. Un sentimiento de ira comenzó a surgir cuando se bloquearon planes y sueños. Cuando nos dimos cuenta de que este proceso no pasaría de inmediato y que teníamos un control limitado sobre lo que podíamos hacer, el sentimiento de ira comenzó a disminuir. Esta vez comenzaron a sentirse algunos sentimientos depresivos producto de la gravedad y claridad de la situación existente. Fue acompañado de sentimientos de impotencia e insuficiencia... Después de un tiempo, este sentimiento volvió a desaparecer. Estos problemas empezaron a disminuir, la situación empezó a ser aceptada y se empezó a centrarse en lo que se puede hacer hoy. Se probaron nuevas rutinas, algunas de ellas eran buenas, funcionaban bien y eran sostenibles. Algunos han desaparecido de nuestras vidas. Seguimos esforzándonos por adaptarnos como parte de este proceso, que aún es cambiante y nuevo para todo el mundo. Al igual que en el modelo Kübler-Ross, lamentamos la pérdida de nuestra vida social y empresarial, que dejamos en suspenso.
Por otro lado, como todas las personas, es posible que en ocasiones te sientas mal por el proceso. Es posible que sienta que sus propios planes han sido socavados por el proceso, se enoje, su ansiedad puede aumentar y puede tener dificultades para organizar su día. Puede experimentar fluctuaciones en su estado emocional durante el día, a veces puede manejar los acontecimientos con más calma y, a veces, puede tener dificultades para mantener el control. Estos comportamientos pueden considerarse bastante naturales en este proceso que afrontamos. Porque esta situación aparece como una reacción natural ante una situación inusual.
Sin embargo, lo que hay que tener en cuenta en las situaciones mencionadas puede considerarse cuánto espacio ocupan estas situaciones en el flujo de vida de la persona y cuánto distraen al individuo del flujo diario. Por tanto;
Alcohol, cigarrillos, etc. Intentar superar el proceso consumiendo sustancias,
Discutir y pelear frecuentemente con personas que lo rodean,
Llantar frecuentemente,
Ansiedad y preocupación intensas el futuro,
Sentirse inquieto y tenso hasta el punto de que le resulta difícil afrontarlo,
Tener dificultades para establecer y adaptarse a una rutina diaria,
Tener dificultad para pedir o dar ayuda,
Control físico excesivo durante el día (sobre usted mismo, su cónyuge o su hijo...)
Una disminución grave en el cuidado personal,
Cambios bruscos de estado emocional difíciles de afrontar, etc. Si hay experiencias que trastocan la funcionalidad de la persona, se recomienda consultar a un especialista en salud mental.
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